Miro
al techo desde mi cama, absorta en los juegos de mi memoria y lentamente este se convierte en la pantalla de un viejo cinema por donde corren las imágenes del
recuerdo en formato de cine súper 8…
Amanece
y es navidad, corren los años 70´s; las ixoras del jardín están más rojitas que
nunca luego de la lluvia que anoche lavó toda la calle Mariño sur y la baranda
del frente de la casa de mi abuela Mercedes; la # 59.
Al
lado comienza el viejo Sabas en su rigurosa rutina diaria de cambiar con agua
fresca los baldes de las flores y las rosas de la floristería “Las Azucenas”, en
el fondo se escuchan las tijeras de Margot, dándole forma a los follajes inundándolo
todo con su olor.
Abro
la reja y cruzo el jardín alcanzando la grandísima y acanalada puerta de madera
recién barnizada por diciembre y tirando del picaporte, queda ante mi
el alto y largo zaguán de la casona con la misma imagen recurrente de siempre:
Al fondo la silla de mimbre blanca de mi abuela con el cesto del crochet a los
pies.
Entro, y mientras me acerco hasta el iluminado salón de estar voy percibiendo
el sonido de las ollas en la cocina, de donde escapan el olor de los aliños en
cocción y la voz cantarina de mi abuela, una hermosa mujer grande, gruesa, de
brazos cálidos y sonrisa blanca y protésica,
al verla corro hacia ella y me abrazo a su delantal el cual muestra a manera de
lista de ingredientes los colores y sabores del rico menú que prepara para el
mediodía. Meto mi mano en el gigante bolsillo de su vestido en busca de un
caramelo y me dice:
- Mily déjeme esos caramelos ahí, mire que son para cuando se me pone la boca amarga!
Yo
igual los tomo; y ella con su mirada llana asiente.
Aún
recuerdo los caramelos de papelón con coco en los inmensos bolsillos de su vestido y en los escondites del cesto de tejer
crochet.
Me
dirijo al comedor con su entrada en arco y bordeo la mesa de 6 sillas donde
festejamos tantas veces reunidos con la familia y los amigos y cantamos el cumpleaños feliz a tíos y
primos; en un rincón la TV - regalo de papá - y en el otro la mesa con el teléfono de la casa, su número: el
20-5-8-5 –así me lo aprendí - que no cesaba de repicar todo el día con las
llamadas de las novias de tío Jorge, mi Tio Padrino.
En
el salón de estar, de protagonistas: la silla de mimbre de mi abuela y a su izquierda la de cuero de mi abuelo Alfonso Lee, donde se sentaba cada tarde a
descansar y a leer los periódicos luego del trabajo en su puesto de verduras en el
Mercado municipal de la
calle Santos Michelena de Maracay; en la pared frente a las sillas de los abuelos, colgando imperturbable,
el reloj regalo de Tía Petra y su mágico anuncio de las horas rompiendo el silencio de las siestas o celebrando la llegada del
nuevo año cada 31 de diciembre tras sonar sus doce campanadas que contábamos todos juntos formando un circulo tomados de las manos para en la última gritar FELIZ AÑO! y abrazados decir adiós entre lágrimas a los que no estaban y entre risas esperar las buenas nuevas... inolvidable tic tac de reloj que fue en
muchas oportunidades adorno de los fantasmales cuentos de mi hermano Cheo
cuando de madrugada íbamos asustados y tomados de las manos, hermanos y primos al baño a hacer pipí.
Ah!
Que casa! la casa de la Mariño
Sur , la de los recuerdos, la de la infancia, la de mi
abuela.
Las imágenes van agotándose poco a poco comenzando a desaparecer, perdiendo su nitidez y entiendo que la película está llegando a su final nostálgico de siempre, recorro
de nuevo el zaguán buscando la salida, los colores vivos se vuelven sepia, marrón
como su techo de caña amarga, salgo al jardín de ixoras rojas, siempre rojas y cerrando
la puerta de la casona no sin antes pedirle la bendición a mi abuela; ella me despide diciéndome:
- Dios me la bendiga Mily, me la cuide, me la ampare y me la favorezca y
vaya por la sombrita hija! con mucho fundamento.
Y
yo: - Si abuela.
Mi abuela Mercedes |
- Corina Lee: La bendicion de mi abuela, la unica que me recuerdo muy bien y que seguramente usare' yo algún dia con mis hijos,mis nietos.. cuantas tardes pase con la abue viendo novelas,sentadas en el sillon rojo,y cuantos cuentos me echaba! :') muy buen relato prima, gracias!
- Emilia Lee: ESE SILLÓN ROJO VINO DESPUÉS Y TENIA UNOS BOLSILLOTES GRANDOTES A LOS LADOS! BESOS CORY!!!! QUE BUENO QUE RECUERDES TUS MOMENTOS CON ELLA Y SUS CUENTOS!..........
DE NOVELA! BESOS DTB
Gracias por compartir tus vivencias con aroma maracayero...Recorde mi infancia, en Calicanto. Saludos
ResponderEliminar