Bajo el signo de abril,

con la piel a la intemperie

Escribo

Escribo porque es catártico, psicodrenante, disentérico, emético, liberador y sanador, me permite “mirar”. Lo terrenal está todo aquí y se “ve”…

Yo quiero “La Mira”

- La mujer de abril -

viernes, 15 de marzo de 2019

En busca del Niño Jesús




En busca del Niño Jesús


Esa mañana Juan José se levantó decidido a fugarse de la escuela aprovechando el momento de la confusión y la algarabía en el patio tras sonar el timbre del recreo escolar; y así lo hizo.

Se acercaba diciembre y el sol iluminaba el pueblo, sus fachadas y sus calles con ese particular color oro viejo de la estación que anuncia la llegada del solsticio invernal, dándole al lugar una apariencia mágica como la de una postal, la misma magia que año tras año le hacía fantasear a Juan José con la inquietante incertidumbre por saber - y mas ahora que contaba sus primeros 8 años-  ¿En dónde está el Niño Jesús?

Una vez jubilado de la escuela se dirigió a la calle Real donde la otrora casa mas bella del pueblo, la del doctor Venancio Ayala, que aún se mantenía en pie, era adornada por Doña Rita y sus hijas Ana Cecilia y María Rosa como tradicionalmente lo hacían para la pascua de navidad y que a pesar de estar cayéndose a pedazos su fachada, sin mano nueva de pintura en años y sus frisos descascarillados; ellas colgaban animadas en  las ventanas y el  portón restos de guilindajos descoloridos, querubines sin alas y bambalinas roídas de ratón

— ¿Adónde vas porai muchacho si apenas es media mañana?, lo emplazó Doña Rita
— ¿No fuiste a la escuela hoy? Dile a tu abuela que mañana le llevo la ropa para planchar.

Juan José apuró el paso, para eludir justificaciones, no sin antes embelesarse con la luz del sol envejecido reflejándose en la cabellera al viento de la menor de las hijas, María Rosa, quien con una mirada cómplice le sonrió

— Es que ando en busca del Niño Jesús, mi señora
— Ja, ja, ja, estallaron en risa las niñas, mientras cuchicheaban entre ellas y la madre las veía con cara de reproche
— ¿Cómo que en busca del Niño Jesús mijo, si diciembre recién entra y falta bastante para el veinticuatro?
— Dicen las malas lenguas que esa es su manía año tras año por estas fechas mamá; dijeron a la par Ana Cecilia y María Rosa; las únicas niñas del pueblo que no asistían a la escuela porque eran educadas por maestros privados.
 — Nadie entiende por qué lo busca, si el niño está ahí acostadito en su pesebre esperando por la medianoche del veinticuatro para traernos los regalos, pero al parecer, él no lo ve; comentó Ana Cecilia
— ¡Ah, cosas de muchachos! y ustedes dos vayan pa’ dentro a buscar mas bambalinas.

Juan José siguió su camino calle abajo hasta donde la bodega del señor Juvencio Pulgar; atrás en el patio de la casa, su mujer remojaba en una palangana todas las imágenes del Nacimiento que armarían el fin de semana cuando llegaran sus nietos de Caracas

— ¿Hola Juan José, que te trae por aquí?
— Ando en busca del Niño Jesús, mi señora
— ¡Mira tú, pues! llegas en buen momento, si estás sin oficio, ayúdame un rato a terminar de lavar a los Reyes Magos, la mula y el buey, que si lo haces bien dejo que bañes al Niño Jesús a quien tengo guardado en una caja aparte adentro de la casa.

Juan José se turbó, excusándose con una cortés mentira cruzando la calle en dirección a la iglesia.

En el ala izquierda del templo se escuchaba el clavicordio triste y destemplado del señor Agustín, un viejo italiano que llegó al pueblo en los tiempos de la emigración europea por la Segunda Guerra Mundial, trayendo consigo no mas equipaje que su clavicordio; desde la misma fecha, previa audición del Párroco del pueblo, éste consintió en que tocara en los oficios de la iglesia los fines de semana, encargándose además de la música para la navidad. En esta oportunidad ensayaba los acostumbrados acordes para los villancicos que preparaba para acompañarse con el coro de la iglesia

Ciao bambino che ti porta qui
— Hola señor Agustín ando en busca del Niño Jesús
il bambino Jesús sta nel cielo, vedono a cantare un po' con me
— Ahora no mi señor, mi abuela me espera

Mientras se retiraba caminando entre los bancos de la iglesia y se persignaba debidamente ante cada santo -como lo enseñó su abuela-, asomó las narices en la casa parroquial; ahí terminaba de armar el Nacimiento la Hermana Alejandrina y justo cuando esta colocaba al Niño en el pesebre, le saludó

— Buen día Hermana

La Hermana tomada por sorpresa de su abstracción procedió con una pulcra inmediatez a tapar con una tela blanca la imagen del Niño, al mismo momento que le decía:

— No seas mal educado Juan José, no puedes entrar aquí sin anunciarte
— Es que ando en busca del Niño Jesús, Hermana, ¡Ud. disculpe!
— No puedes verle aún; espéralo en tu casa en la Nochebuena
— Disculpe una vez más pero, ¿Puedo preguntarle algo?
— Depende de si tengo la respuesta, replicó ella
— ¿Es el Niño Jesús ese que usted oculta debajo del manto blanco?
— ¡No!, él no está aquí, no ha nacido todavía; confirmó la religiosa con indiscutible autoridad.

De Juan José se apoderó entonces un desconcierto jamás sentido, y en su perplejidad se quedó mirando un rato el crucifijo de plata que colgaba sobre el pecho de la Hermana, como esperando la respuesta verosímil que lo trajera de vuelta del limbo en el que lo dejó la última frase tajante de la monja, cosa que no ocurrió; pero una vez que aquella, al sentirse observada largamente por él, lo mandara para su casa, Juan José volvió en sí y dándose media vuelta salió del lugar. Ya en la calle, en el preciso instante en que sonaban las once campanadas y media de la iglesia, fue sorprendido por un viento inusitado y muy fuerte que lo atrapó por un instante que él sintió eterno, girando dentro de un torbellino, dejándolo lleno de tierra y hojas de los pies a la cabeza; sacudido el polvo del rostro y las ropas, retomó el camino a casa, ésta vez caminando por el medio de la calle, entre los carros y bicicletas que transitaban por su lado, sonando las cornetas llamando su atención, para que se apartara de la calzada, pero él nada escuchó; luego del revolcón del torbellino lo inundó una sensación de repentina madurez que lo mantenía deslumbrado, entretenido; vagando por las calles y rincones del pueblo sin sensación del tiempo ni espacio.

En las ventanas de la casa del doctor Juvencio Ayala ya titilaban bajo el inclemente sol las luces intermitentes de navidad recién colgadas y detrás de una de ellas, la niña María Rosa le aguardaba sonriéndole una vez más; haciendo que la fachada de la antigua casa recobrara el esplendor de otras épocas.

En el patio del señor Juvencio Pulgar, su mujer, colocaba las imágenes del Nacimiento ya lavadas sobre una mesa para que se secaran al sol, entre las cuales no se encontraba la del niño Jesús; en la iglesia el clavicordio del señor Agustín ya no se escuchaba tan triste, acompañado de las voces del coro ensayando los villancicos y el timbre de la escuela abría las puertas de par en par exactamente a las doce del mediodía, dejando salir a la muchachera hambrienta corriendo para sus casas.

De pronto Juan José sintió aclaradas todas sus incertidumbres, tan claras como las tripas, que muertas de hambre, se le retorcían en la panza; y aligerando los pasos llegó a casa dónde lo esperaba su abuela

— Juan José, ¡Por fin llegas! ¿Por dónde andabas distraído y perdiendo el tiempo?
— Estaba en busca del Niño Jesús, abuela
— ¡Bah! muchacho tonto, ya tienes 8 años, déjate de pendejadas 
—Tienes razón, abuela, no lo encontré por ningún lado; y es que no tengo por qué buscarlo.

Afuera el viento fuerte que momentos atrás lo había arrollado aún rondaba por las calles del pueblo sacudiendo el polvo y las telarañas del lugar; azotando también a  las nubes que comenzaban a correr hasta desaparecer mientras el Sol se acercaba al cénit y el calor apretaba. Una humedad prodrómica anunciaba la llegada de una tormenta y casi inmediatamente unos latigazos metálicos -que golpeaban el cielo retumbando en los oídos- espantaron al gato y a las gallinas en el patio; la abuela se levantó de la mesa para darle una última mirada a la olla en el fogón y le dijo:

— ¿Ves lo que pasa por la curiosidad y la buscadera?
— Si, abuela

Los truenos siguieron retumbando en el horizonte y sobre el techo de zinc, una lluvia de escasísimas gotas empezó a caer alborotando aún más el calor

— Viene una tormenta seca, replicó la abuela
— Entra pa’ dentro ¡Ya!, Juan José y cierra bien la puerta y las ventanas, cuando la tormenta es seca, se pelean El Diablo y La Sayona, y no quiero escuchar sus gritos
— Si, abuela
— ¡Ah! Y busca el catecismo que está en el baúl, ya hablé con el Padre Pan y el lunes comienzas la catequesis para la primera comunión de mayo.

Juan José se dirigió entonces al cuarto arrastrando una silla para alcanzar el viejo baúl que la abuela tenia encima del escaparate, una vez abierto éste y mientras buscaba entre telas, fotos, papeles y documentos el viejo catecismo familiar, con el cual habían recibido la Primera Comunión anteriores generaciones; encontró un bojotico primorosamente envuelto en una manta blanca, y teniendo la certeza de cual era su contenido guardado con tanto recelo, se sintió tentado a abrirlo, más el latido desbocado de su corazón que encegueció su visión por la emoción tras el tesoro hallado, no lo dejó. En ese instante desde la cocina una vez más gritó su abuela:

— ¡Juan José! saca también del baúl la mantita blanca de tapar al Niño Jesús para plancharla porque pronto llegará la Nochebuena!

El tan solo atinó a decir
—Si, abuela


Emilia Lee
Derechos Reservados/Copyright
2019

miércoles, 12 de abril de 2017

~abril como las chicharras



Todo amanece
aparentemente quieto,
pero la vida bulle,
se moviliza,
emerge de lo profundo de la tierra
en forma de Chicharra

Las Chicharras cantan en abril
su canto ritualístico de apareamiento
estridente y masculino
en el centígrado exacto en que se parte el sol
en el máximo Yang
justo en ese instante
hacen su fiesta para el amor

¡Todas cantan al unísono!
ensordecen los tímpanos
mientras nos engulle el calor

El Amor es Uno, sudoríparo, estridente, como las Chicharras
Es abril, de canto de chicharras y agua salada que transita el cuerpo
Abril de amor, de agonía, de canto de chicharras y resurrección


Lamujerdeabril

sábado, 21 de enero de 2017

sábado, 24 de septiembre de 2016

¡ Feliz Universario Mamá !




Mamá es canción infantil
Comida caliente
La mano que me lleva a la escuela

Saltar la cuerda
Conserva de coco
Ángel de la Guarda al dormir

Mamá es olor a limpio
Omnipresencia
Casa
Raíz
Útero
Ancla

Gracias, mamá

#Lamujerdeabril

domingo, 18 de septiembre de 2016

La Luna pasta ...




La Luna se refleja

en el ojo de la vaca

y no es la Luna

tampoco el ojo

ni otra cosa


Es tan solo el instante en que la Luna pasta


#Lamujerdeabril

jueves, 21 de julio de 2016

Cosas de árboles / La mujer de abril



Cosas de árboles eso de mutar la savia
y convertirla en verdes degradé para que la acaricie el viento
Ofrecernos ese caleidoscopio de luz
cuando tumbados a sus pies miramos el cielo entre sus hojas
inundándonos el sol las retinas

Cosas de árboles el recordarnos la Alegría
al abrigar en sus ramas el trino de los pájaros
y danzar brazos abiertos con el canto de la brisa
Es cosa de árboles ser amigos cómplices bajo su sombra
y susurrar su mejor consejo al auscultar su dura concha

Cosas de árboles su presencia
reproduciendo el ciclo vital, la vida misma:
semilla, existencia, fruto, retorno
sus copas siempre al cielo, de regreso al origen circular

Cosas de árboles es Dar, dar y dar
solo saben de eso
Abraza al que salga a tu  paso en el camino
Escúchales
Son custodios, maestros divinos

Venerables

su aliento de clorofila
es el aliento de Dios.    


#Lamujerdeabril

domingo, 17 de abril de 2016

Memoria


Cerrar los ojos
enmudecer el pensamiento
restarle vigilia a la abulia
tener la cordura en preaviso

Querer hacerle una hendija al instante
para rozar de nuevo el esplendor
de aquellos días de relámpagos y truenos
donde desvaría insomne


                                          la memoria

#Lamujerdeabril

                                                                                                         La Guardia / isla de Margarita

Ser madre...



Ser madre es convivir con un grito mudo en el vientre
una sensación de haber sido mordida por dentro
                                                                             que no se quita
un estigma doloroso
una herida que no cierra
un punto de partida sin retorno.

Es tener el temor perennemente acechándote en la nuca
un contrato de letras chiquitas
una culpa, una bendición, la incertidumbre misma
una maleta llena en la mano aunque no se vaya de viaje
un pensamiento obsesivo
un ayer, un hoy, tal vez un mañana;
la siempre “sagrada mamá” de los hijos

Ser madre es una concesión que no caduca
un cordón umbilical al infinito
una tarea inconclusa, reprochable, de reprobación
                                                                               constante
Un Grand Prix sin premio
un estudio sin título, un rol sin crédito
un hacer inauditable.

Ser madre es un compromiso inmanente, con todos sus soles y lunas.

#Lamujerdeabril

Ser madre de Armando y Mariana...

jueves, 31 de marzo de 2016

Bienvenido abril...

  

                                                                                        #Lamujerdeabril

sábado, 12 de marzo de 2016

De prolongado estío… #Lamujerdeabril




I

Consulto el oráculo en el remolino de polvo al fondo del callejón.

II

Las hojas en gradientes caen, mimetizando a la lluvia

III

Se nos ha borrado la memoria del agua

IV

La lluvia es tema de ciencia ficción

V

No hay verde, ni sepia

VI

La nostalgia se ha equivocado de estación

VII

El sol es un verdugo hachador de retinas

VIII

Los árboles escaldados alzan sus brazos al cielo, 
claman por el nido caído, esperanza fallida

IX

La desesperanza es un eco en el fondo del tinajón

X

Los gusanos mariposa se han mudado de la Vara de San José

XI

El Almendrón no entra en diatribas y espera estoico

XII

El Roble sucumbe, el Nim toma el testigo

XIII

El ciclotímico Apamate  aún espera vestirse de rosa

XIV

La Acacia religiosamente se cuelga los aretes

XV

Las hormigas desvarían sobre caminos de olvido

XVI

La transpiración no calma la sed

XVII

El cielo es un azul único que las pupilas no alcanzan

XVIII

Solo las veraniegas son felices

XIX

Es marzo de pies descalzos y alma baldía
  
XX

¿Se habrá saltado el rigor la primavera?



#Lamujerdeabril
#marzo2016







domingo, 13 de diciembre de 2015

Como Yo....


Como rama agitada al viento/queriendo alcanzar el cielo para despeinar las nubes/

Como piel de malecón/curtida de sol mediano/

Como agua de tinajón/verdeando la garganta/

Como Yo/





#Lamujerdeabril
Faro Punta Ballena

#MargaritaIslaBonita





sábado, 14 de noviembre de 2015

Llueve sobre mojado

El mundo bipolar,
ahora es globalizado
El "sistema" continúa reclutando ganado
Love&Peace la mas grande de las utopías
Y los gays, chivos expiatorios de todo lo malo.

Vivimos en una sociedad excelsamente hipócrita

Muchos creemos aún en las alucinaciones de Lennon:
Imagine, Lucy is in the sky with diamonds!
Marilyn sigue siendo la mas amada
Y el gran logro de la era tecnológica
estar i n c o m u n i c a d o s

Los hombres en su afán metrosexual
se han vuelto varones caricaturizados
de desodorizadas pieles lampiñas
que desorientan al instinto.
Las mujeres ajustadas a la moda, 
cultoras de la apariencia y el qué dirán,
olvidan su identidad
y se parecen mas a un marshmallows.

Los Politicos, grandes depredadores de este tiempo,
solo dejan caca a su paso
Los violadores siguen absueltos
Los delincuentes vulneran con metrallas y granadas

El Papa insiste en que el Amor es el Gran Poder de Dios

Mientras tanto,
Alicia sigue masturbándose
detrás del espejo
y tsunamis y terremotos
quieren hacernos entender
cuán equivocados estamos

Seguimos sin saber quiénes somos
mucho menos para donde vamos
El Sol sigue ahi como un soldado
La Luna crece, se plena y mengua
No terminamos de ponernos de acuerdo
aunque a ello estemos condenados
... Bla, bla, bla, bla, bla
Y sigue lloviendo sobre mojado


#Lamujerdeabril





#Desidentificación

Hombre contra el Hombre, aniquilación

Rezamos un nuevo Credo: Odiar es mejor que Amar


Politica-Economia-Religión, tentáculos verdugos del Ser humano


Poder, poderoso, pútrido. nos divide y clasifica


Terror y Miedo nos hacen borregos


Zombies, anónimos, desidentificados

Bélico, el dioma planetario 


Asi nos domestica esta cultura de muerte



#Lamujerdeabril