Bajo el signo de abril,

con la piel a la intemperie

Escribo

Escribo porque es catártico, psicodrenante, disentérico, emético, liberador y sanador, me permite “mirar”. Lo terrenal está todo aquí y se “ve”…

Yo quiero “La Mira”

- La mujer de abril -

Convite de Amar y otros convites de Rodolfo Rodriguez





EL CIRUELO

Entre ciruelos amarillos
a un salto del patio,
el hueso tierno del verde me florece amapolas

tú eres el pico del pespés sorbiendo el jugo
y -sin saberlo-
yo, la madurez de la ciruela,
de verde y amarillo encarnado;
el nudo del centro
abrigando olores.

SU PUBIS DE LA NOCHE

Para ser cuerpo de tu memoria me volví pistilo de tu flor
corola me hice entre los fuegos de tu alma
y el perfume habló por la desnudez de la espina
y la brea santificó el dolor de la hincada en la corteza
y supe que el árbol es un don
por donde el cielo florece la contención de la nube
y nos muestra el pubis de la noche y su esplendor

Nómbrame pájaro
y me alzaré en la pluma de lo escrito
para ser verso de lo imposible
verbo de lo consanguíneo
del sustantivo la dignidad en el sudor
la piel impalpable del adjetivo en el latido de la frase
oración viva que en el párrafo se abre el escote de lo amado
en perfecta prosa
todo intento para atrapar lo inasible
y poesía es la tentación de no hallarte
en el lugar donde habitó la estrella

LOS PÁJAROS

Tan ingenuos los pájaros
no saben cuándo van a morir

Viven de rama en rama
vuelan de un árbol a otro
y dejan sobre las flores la eternidad de su trino

No sienten pena de nada
pasan y lo dejan todo en el aire

No se enteran que ya su tiempo pasó
que el mundo comienza más allá de la hoja
en el lugar donde se borra el tallo

Un día se van y no regresan
y dejan su carta de olvido
en el adiós del nido.

Del libro NOLVIDO 


FUE DE VERSO

Dijo compañía
y se iluminó en árbol
como quien vio nacer estrella
y corrió hecha lágrimas donde sorbe el tucusito
y se hizo nudo en su extensión entre el tronco y la rama

Murió de verso
adiós odorancia
cerró el pétalo su iluminación
beso dijo la flor del flamboyant

La casa se abrió como una puerta del cielo
y habló la memoria de Dios que nada sabe de olvido
y supo del parpado el cerezo y del ardor el granado

De verso murió la flor
aunque yo siga viviendo.

Del libro NOLVIDO



LA LUZ

De amanecer cantó la paloma
apartó la estela y se fue de adiós

Dijo “silencio” su vuelo
“no te vayas” susurró el nido
y de lo alto de la rama la miró el vacío

Si te vas 
déjame el regreso
O llévame
donde habita el nombre secreto de la luz

Del libro NOLVIDO



Del Tiempo....


Un tiempo exacto donde las miradas
se desnuden de sus viejos artificios
y empiecen a nombrarse los actos
sin que las palabras renieguen de su origen y su signo.
Un tiempo de horas vacías
donde la fruta se deshaga en ciega odorancia,
los órganos dialoguen con el verbo,
conjuguen su tiempo con el alma
y la compañía adquiera su unidad absoluta.
Un tiempo de limpio firmamento
con su péndulo afirmando los eclipses
desafiando los abismos.

(De Convite de Amar de Rodolfo Rodriguez)


"El verdadero amor no deja huellas

camina silencioso y se marcha 


se va y deja la puerta abierta


para que el viento barra los pasos muertos


y todo quede, como al principio, sin mancha" 



(De la sinopsis de MEMORIAS DE JAPÓN de Rodolfo Rodríguez)





El eco y la voz 


En la habitación de la infancia 
hubo siempre un eco y una voz 

el eco era yo 

la voz mi muerte 

Nunca supe cual se marchó primero 
O si alguna vez hicieron unidad 
y se marcharon juntos 

Lo que sí sé 
es que ninguno de los dos fue eterno 
o por lo menos firme 
como la palabra del poeta 

Construcción de lo ajeno 

Todo cuanto soy 

-si algo he sido- 
es don ajeno 

Mi madre y las luciérnagas 
que mis noches iluminan 
fueron siempre el polvo de mis alas 

Tuve un relámpago 
un cielo mínimo donde repatriar mis sueños 
y un río turbio entre el corazón y el cerebro 
cuyas aguas bebieron la sangre de los muelles 

Así he visto que todo cuanto soy 
ha sido ante nada construcción del otro 
o por lo menos un fracasado intento 
por no volver a ser yo 



El agua de la lluvia 

El agua que bebí vino del cielo 

-desde el techo rodaron las estrellas- 

y la habilidad de madre dispuso vasijas aceradas 
para que los peces imaginaran su fondo y su cielo 
su luz y su noche 
y no se entretuvieran tragándonos a bocados. 


Los amores truncos 

He conocido un ángel y un relámpago 
y una vocación perpetua por los amores truncos 

A cada caricia que mi mano dio 
le sobrevino el arrullo del peñazco 

Ha sido pues piedra y greda mi vida 
arena movediza entre alas calcareas 

A cada tarde agónica le sucede su noche precaria 
un amanecer anónimo 
y un mediodía de fiesta 

Eso sí 
tuve alma y luna por noche 
y el plumaje justo del regreso 


Lo no borrado 


Este traje que cruje y expone el peligro 
fue siempre la carne de mis deseos perdidos 

apenas ayer era viva piel de ovejo 
pluma de gavilán, floración de roble 

Los años pasan, ruedan las hojas secas 
pero el camino sigue allí intacto 
no se borra 
Como no se borra tu arrullo ni el pan de tus manos 


Las ventanas del hospicio 

Por qué habría de importarme la lucidez 
si de la insanía he hecho mi cordura 

por aquella sé que no tengo otra cosa 
más que unos pocos episodios oscuros 
y por esta algunos recónditos parajes desolados 

En el fondo o en la superficie 
siempre el reo que somos 
lanza papeles rotos 
por las ventanas del hospicio 


La oración infamante 

Para qué andarse por las ramas 
-tembloroso como un pájaro- 
si lazo y jaula son más seguros que los puertos 

por qué no ceñirse a tu cuello 
o colgarse de tus labios 
como una oración infamante 

por qué quieres y lo pretendes todo 
y vives como las olas adelgazándose en la orilla 
si es basto el océano y lo circundan las aves 

El viento viene y lo revuelve todo 
y aún las pesadas mesas 
y los frágiles libros que sobre ellas reposan 
hacen mutis y esperan la tempestad 
cerrados como ostras ante el fragor del empuje 




Rodolfo Rodríguez





Del libro Razón de la Intemperie

  
¿Qué hacer con estos cielos apedreados 
con estos ojos enfermos 
que nada saben de arrullo 
con esta inquietud de lagartijo 
que se vuelve bosque secreto vano follaje en el estupor del espino? 

¿Qué -ahora que el viento arrecia- 
y la transparencia hace cuitas entre los molinos de tus brazos 
entre las mortajas de nomeolvides y el almizcle de los moluscos? 
Ahora cuando el mar pronuncia su inmensidad ciega 
entre las sábanas de la memoria 
y su monólogo me lava los pies 
justo cuando yo evado de la sal la blancura 
los cristales rotos del tiempo ido 
cuando las olas dormían en el patio y el alma cabía en un caracol 
y andaba uno con su casa de paquidermo en los albores del puerto 
armando sueños entre castillos y tumbas 
y yo te pensaba en la caricia menor bajo un sol que los techos eluden 
en el infierno del mediodía y la nada del destierro 
sentado allí en la caverna de tus ancas 
oliendo almejas 
hartándome con la sabrosura de tus ostras 
y la levedad azogada de la liebre 

Son razones y vacíos 
soledades apenas hechas frases en los requiebros del paisaje 
inutilidades de la sobretarde sobre la caricia muerta 

Hablo de ti arrullo 
y viene desde el espacio impalpable 
el agua torpe con su muerte ovillada 
a preguntar quién soy por qué me he ido 
borrado del camino como un polen de la nada 


Muestra de Poesía

(Del libro Liebre de la noche) 



PIEDRA UMBROSA 


Soy el mismo manso animal 
que se bebió tus aguas 
y tú 
eres tú 
única 
piedra umbrosa 
hez de lo bello construida 
 
todas 
ramas de un mismo árbol roto 



NADA VISIBLE 



¿Qué diferencia 
a mi corazón 
de tu vuelo? 

Nada visible nada terrestre 

Mis tristes ramas 
hacen fuego de esta muerte 
y vuela en tu adentro 
antes de morir de frío 
el pájaro de la rama ausente 




LOS YERROS DE LA ROSA 


Erró la rosa el quieto perfume 
los deleites de la piel demudaron en porosidades 
los deseos 
cuesta abajo sobre el río 
se lanzaron por los acantilados 
Se sucedieron las estaciones 
Iguales la primavera y el verano 
lluvia y desierto pares de una misma inflorescencia 


Se hartó la naturaleza de las plantas y las piedras 




EL CIELO DE LOS FELICES 


Murió de noche 
en sereno eclipse menguante 

Como fuego de artificio 
su sangre recorrió el cielo 


Algo dijo de mansa oscuridad 
algo de inquieta sombra 

Iba ciega 
reclamaba los falsos papeles del quebranto 
hablaba de veloces liebres trastocadas por el rayo 

Murió de noche 
bajo el bello cielo de los felices 



BESO CIRCUNCIDADO 

Ensayo mis artificios 
me vuelvo topo 
hez del pozo 

Consagro 
mi beso circuncidado 
sobre la paz del lirio 



GLADIOLO 

¿Cómo nombrarte en la esbeltez del gladiolo? 
¿En la lengua 
en la caricia 
cómo atizarte 
viva ofrenda del fuego? 

¿Cómo 
Inevitable paloma de mi lecho 
negarte 
si en la pluma de tu ala extendida fui temblor? 



GUSANO AMARILLO 

En su desnudez de lirio 
la oruga sueña su ala enferma 
celebra en la flor terrestre 
la fragancia póstuma del beso 
ensaya los amarillos de la montaña 
los espacios del silencio 
y el color supremo de los cuerpos celestes 


Su precavido instinto adivina en el lecho 
la rosa exacta donde la espina se eriza 

Ella sí sabe de intentos 





(Del libro Razón de Intemperie) 


El Arrullo 

Qué hacer con estos cielos apedreados 
con estos ojos enfermos que nada saben de arrullo 
con esta inquietud de lagartijo 
que se vuelve bosque secreto 


Hablo 
y viene desde el espacio impalpable 
el agua torpe con su muerte ovillada 
a preguntar quién soy por qué me he ido 
borrado del camino como un polen de nada 



La intemperie 

Hacer cuentas de la intemperie 
de las nadas paliar las herramientas 
las apoyaduras del fracaso 

Construir sobre los cadillos el reparo 
el friso de las nuevas construcciones 

Serse uno 
asir la máscara 
vestir la persona 

El río 
Crece 
desde el lecho refulge 
ardoroso 
como el sudor del lirio 

Tiemblan las piedras todo vuelve a ser luz 
el agua brilla desde su otra esencia 

Los cielos deslucen de los espejos 
y nada solo el río habla del relámpago 

Regresa sobre el árbol viene y lo golpea 
y vuelve a ser verde el sentido; 
por momentos apunta la gema 
se curva en el abrazo la rama 
se quiebra y cae 
y en su soledad me nombra 
de pura alma 
en lo alto iluminado 
como una circuncisión 


La indecible 

Del cielo tú la indecible 
de cuerpo no de palabra perfecta 
dime de esta longitud ¿qué quieres? 
¿Alas o pecho? 
¿o la pluma infinita de la espera? 

A ti nada te fue ajeno 
y lo que sobra en el lecho 
son sudores y almizcle 



La Abeja 

En la espina del torso 
ungida por las enredaderas del lecho 
la abeja succiona la dulzura en la tetilla 

Un lago de mercurio la desnuda 
y derrama sus estrellas en la tarde hundida 

Herido de paisajes y frutos 
viene el rayo a colgar su furia 
como un ratón en la trampa 





La muerte dibujada 

Lloverá sobre esta muerte dibujada 
antes de que se abra el día y el relámpago se deshoje 

Inútil la corbata se descuelga del perchero 
La ventana abre su ojo El pájaro picotea la fruta 

La tinta viva extiende su aliento 
calca un mapa el agua derramada 

La lluvia bebe del vaso de las soledades 
su justa porción de pájaro y cielo 


Y se detiene el mundo en su intimidad mínima 
sin otro latido que esta alma de pez 
aullando sobre la sangre oxidada 




El verso 
Inaudible 

como un armario vacío 
donde alguien guarda sus nadas 
y se regocija del olor sin mancha de la madera quieta 

vive 
solitario 

como un trazo que cae al fondo y hace aguas 

el verso 



El caracol 



Digo cerezo por probar dulzor 
oveja por señalar nube 
Caracol quieto entre los lirios dime 
tu casa en soledad ¿quién la habita? 
¿un rumor? 
¿una playa con dientes de león? 

La luna se baña en su aplauso de plumas 
y ya sea en forma de espectro o de ola 
la sábana se extiende en su fulgor 
junto a los pies mansos del niño 




El talento 


Aquí 
donde el calco de yeso de mi sexo 
celebra su derrota 

-infinta como la mirada de un retrato 
cuyo original el viento olvidó- 

Aquí 
en la plaza 
donde la luna reparte habitaciones a los amantes 
sin hojas sin ramas todo raíz 
te ofrendo la flor ciega 
de mi talento 


 (Del libro Don de Oficios) 

DON DE LA SANGRE 


Del raro principio de la nervadura 
de la sangre 
nos viene este acento 

¿No es acaso un lujo de los genes 
un legado de la estirpe 
un don asumido desde la braza y la ceniza? 

En cada paso que doy hallo un argumento 
y en cada página del cuerpo esbozo mi escritura 






































DON DE LA LENGUA 

Ahora que te dibujo el vientre 
la tinta se esmera en declinar verbos 
en construir un tiempo y una luz en ruinas 

Todo tiene el acento de las lenguas muertas 
el aliento de las peripecias marchitas 

Ahora que te dibujo el vientre 
las noches se vuelven oscuras estrechas calles vacías 
amordazadas en mis torpes labores manuales 



DON DEL OLVIDO 

Los vientos te espantaron el rostro 
ahora vives del olvido de los pájaros 
del aire vives 
como el amor y las aves 

A ratos 
-cercana al espíritu de la rama y el fuego- 
Vuelve a oírse tu voz entre los ardores de la leña 

Mañana 
-entre mis escritos de espino- 
regresarás intacta en la loza excavada 



DON DE LA RESURRECCIÓN 

Cada palabra suya era un pozo dulce 
una laguna verde de sangre de nogal 

Años después 
la tabla de la mesa hizo memoria 
y floreció por un instante ante mis ojos su verdor 


DON DE LA VEJEZ 

Todo este paisaje tiene fin 

Ayer en procesión 
las hormigas sepultaron al viejo canario 

su trino se quedó en mi memoria 
junto a madre aquella noche de julio 

cuando el sol se quiebra en su plato de añil 
aún duele el amarillo de su ala 

DON DEL ABRAZO 


Entre una rama y otra rama 
el vuelo traza distancias imposibles 

Todo tiene el peso del ave minúscula 
el soporte del aire indeciso 
o el quejido inoportuno del abrazo 


DON DE LA AUSENCIA 

¿Quién se despide 
y va de espaldas 
y deja en el espejo 
su reflejo? 

¿Quién te habita 
para consolarse 
habitación de ser 
habitación de estar? 


DON DE LA UBICUIDAD 

Un hábito de mudanza 
abre y cierra la puerta 

¿Quién se va? 
¿Qué se va? 
¿Quién retorna? 
¿Qué permanece? 

Se fue lo que queda 
el viaje infinito 
la eterna mudanza 




DON DEL SALUDO 

En una calle saludo a alguien 
otra nada 

¿Qué hago calle? 
¿Y tú qué haces allí tan sola? 

En esta noche no esperes más transeúntes 

Sólo yo calle 
como tú 
me atrevo a cruzar este vacío 


DON DEL CANTO 

Una mitad de mí es nido 
la otra pájaro 
ando entre el ala y las hierbas 
y todo yo soy trino 



 (Del libro Sagrado pájaro nacional y otros poemas) 


ABRIL

Al adolescente que fui

Ábrete de par en par en túnica amplia perfecta
derrámate flor del roble perfume amarillo agobiante
con tu dulzura de habitación ábrete abril entre garúas
y lame aquí en el centro del mundo
la brea untada de sudores y quejidos

mírame en el pozo hundido hasta el olor del guamache
con todos mis espinos erizados
que para inventar cercos estoy hecho

junto rama tronco disimulo

evado de la flor la espina

de la axila

el almizcle
la inquietud mínima del colibrí
la misma que aletea inquieta

y sorbe
en la flor inválida
la última gota de mi nombre


De Cuchillo de adiós menguante/

LA FOTOGRAFÍA
Sabrá ella
-la siempre callada-
de sus otros:
los ausentes del día

yo hablo de lo andado
lo que hizo estrago en el polvo

donde la sonrisa se llama estuvo
al no está le nombran perfume
al pañuelo secreto
a la copa de licor ninguna

mientras todo continúe
todo será arreo de la vida

¿qué fue del traje azul
de la corbata roja
del retrato?

¿qué de la sonrisa que fulguraba en la estampa?

la flor caída en desgracia
el tallo roto
la hoja seca
vinieron a beber en el fuego

y habló del no regreso
el párpado dormido de la muñeca rota

te vi en lo anterior
desde la hartura
toda sepia entre el rumor de la caliza
ciega desde la mancha en el copiado
saturada en la exposición
amarilla en la disolvencia

el hongo vivo trepándose al rostro
el revelado negando los desiertos
y el otro conjugándose en participio
como para acotar lo pasado
y hacerse libreto de lo concluso
lo celado
lo imposible:
verso en ausencia


Pelo 

Antiguo pelo mío 
retina de ojo de pájaro 
con alas de oro y portada de libro disecado 
mi pelo de piña de cangrejo y vuelta de caracol 
levántate y ruge 
como el viejo lobo de aquel trasnochado celuloide 
Colócate el casco de gladiador romano 
y al emerger 
sacúdete como un coro de troyanas griegas 
ármate en episodios mi pelo de guerra fría 
e invasión a los países bajos 
gotea hacia el centro 
mi pelo de cruz chorreante 
ondea mis caderas ametrállame los píes 
amado pelo mío de intelectual francés al borde del precipicio 
de disparo de clavos a ambos lados de mi escultura 
como sexos femeninos 
mi pelo de los testículos en fuga hacia las montañas 
siempre desnudo y vertebrado pelo mío de guerrillero 
aúlla tu raza cósmica 
en esta perspectiva 
en la página anterior 
también en todas las páginas 

Las letanías del monstruo 
Padre del mal 
que vives bajo la lluvia 
en tu casa de universo 
con paredes de viento y techo de trueno 
monstruo gigante y bello 
-inconmensurablemente bello como todo lo grande- 
Hermoso como 7 lirios sobre un charco innombrable 
puro como el asesinato de un niño 
atravesado por un puñal de plata 

Aleluya mendigo de la nada 
mirada de pantano 
que en el lodo te hundiste 
y a puñaladas hoy destrozas a la luna 



Moluska 
Allí 
donde pasta el cefalópodo 
la significante estrofa de lo palpitante 
crudo 
hormonal 
una voz se retuerce en el lecho 
y expira puñales 
mientras se tatúa en la boca la flecha fluyente 

Pobre de mí 
sumergido en la oración del cangrejo 
yerto bajo el cálido aliento 

Mientras tú santificas la efervescencia 
con ojos de diosa marina 
tu nombre se despeña 
en la iridiscencia del mar 



Pacto con el agua 


Me ilumino en la oscuridad 
y aún perdiendo 
gano otra sombra 
un horizonte de luz donde florece otra complacencia 

Pacto con el agua la más húmeda respuesta 
ingiero un pozo de locura 
un haz de iluminaciones 

Camino por la lluvia 
adivino el relámpago y el trueno 
alimento las bestias 
reescribo las latitudes 

Amanezco en la calzada susurrando un verso 
Siempre abrazado a los cielos 


Ramajes de pubis de girasol 


Desciende sacerdotisa universal que dislocas el firmamento 
sacerdotisa que asciendes con tus cielos desnudos 
sepúltame en los ramajes de tu pubis de girasol 
tu pubis de orquídea de los eclipses 
sacerdotisa que asciendes con tus cielos descalzos 
plántame en la boca tu galaxia de fruiciones 
tu esmeralda resplandeciente con los sacrificios más bellos 
tatúame las formas impredecibles de tus piedras preciosas 
levántame una escalera infinita 
y yo anidaré tus axilas 
desgranaré tu pecho 
y dormiré anclado 
sobre tus rosas perfectas 



Del tiempo

Un tiempo exacto donde las miradas
se desnuden de sus viejos artificios
y empiecen a nombrarse los actos
sin que las palabras renieguen de su origen y su signo.
Un tiempo de horas vacías
donde la fruta se deshaga en ciega odorancia,
los órganos dialoguen con el verbo,
conjuguen su tiempo con el alma
y la compañía adquiera su unidad absoluta.
Un tiempo de limpio firmamento
con su péndulo afirmando los eclipses
desafiando los abismos.



De Convite de Amar 
LOS SAGRADOS MOSAICOS DE SU CUERPO

Era la crispación del almizcle
los jugos de tu cuerpo 
haciendo de mi corazón un salto de liebre
una montaña en fuego
un signo en la tormenta
tu beso aspirado en la digitación 

ayer nada me importó tu sangre 
la que alguna vez me acompañó
o tu aliento de animal en celo
ni tu desabrigo de ciudad en aguas

todo fue olerte 
y saber que en tu piel la caricia se vuelve turbación
turgencia de espino tras el aliento del suceso
punción e hincada
herida abierta y sin vendaje 
pústula que zurce la sangre vieja en la mancha nueva

¿qué pides que no pueda yo darte
dime?
¿abrigo?
¿turbación?
¿o alarido?

Nada
porque nada es lo que fue desolación
y si mis manos titilan sobre el bosque de tus oquedades
te debo el perdón de la resistencia
y el silencio de la noche traspirando su paso ciego

¿qué dices de la memoria ida?
¿qué evades entre el perfume que expira 
y tu llanto que lo solicita?

Seguramente otra nada:
irte 

yo 
amigo mío
sigo firme a su fiel compañía
sólo el reclamo de esta memoria en ruinas
un cordón de bronce para cerrar tu entrada
y una palabra sin deuda para bendec
y digo que en el calor de su cuerpo 
-andando sobre los sagrados mosaicos de su piel-
aprendí a amar la mordedura
que se inicia en el labio
y culmina en el fondo del laberinto
allí donde tus palabras huyen 
y se cierran las piernas
y los ojos parpadean como un día que termina 
me voy
-y si algo dejo en mi huída- 
no serán sus palpitaciones
ni el almagre de su herida

dejo sólo la letra embalada 
bajo el calor de la piedra
y un verso breve 
-que de tan breve- 
no pueda decirse
más que como fulgor del verbo 

o mordido gesto del asombro



Celebrando los 45 años de vida artística de mi querido Rodolfo Rodriguez/2012