Bajo el signo de abril,

con la piel a la intemperie

Escribo

Escribo porque es catártico, psicodrenante, disentérico, emético, liberador y sanador, me permite “mirar”. Lo terrenal está todo aquí y se “ve”…

Yo quiero “La Mira”

- La mujer de abril -

El Somari de Punta de Piedras: Gustavo Pereira

                                                                                    Gustavo Pereira (Isla de Margarita - 1940)





Gustavo Pereira es el inventor de los somaris. Es decir, de aquellos poemas breves sin las restricciones de un haiku en forma ni las de un epigrama en contenido. Pero ¿cómo podemos reconocer un somari? “Realmente, la palabra es un neologismo”, señala el poeta, “al que hube de acudir porque previamente esos breves poemas los denominaba así, poemas breves, y, a veces, en son de burla, poemitas. Acudió a mí una palabra para denominar uno de ellos y de pronto esa palabra, no preciso en qué circunstancia, me pareció tan hermosa…”.



De estructura “no carcelaria, libre, cuyo único constreñimiento es, por supuesto, su carácter breve. De una absoluta poliantea; no hay ni siquiera contenidos definidos. Incluso hay unos en son de broma, en donde el humor cumple su pequeño papel desacralizador”. Un somari, al fin y al cabo, refleja su mundo interior: un somari es un poema breve escrito por Gustavo Pereira.



El crítico venezolano José Balza, en el prólogo de “Poesía selecta” (Monte Ávila Latinoamericana, 2004) de Gustavo Pereira, recoge una declaración al respecto del autor: el somari es “un pequeño instrumento apto para ser leído con la prontitud que esta complicada sociedad exige, pero que al mismo tiempo no fuese tan… vamos a decir, inofensivo”.


* Gustavo Pereira (Punta de Piedras, Isla de Margarita, Venezuela, en 1940), abogado desde 1963, considera que buscar la poesía es como buscar la justicia social: una lucha interminable; con su bufete defiende a obreros, sindicatos, presos políticos en Venezuela.

En 1999 Gustavo Pereira fue elegido miembro de la Asamblea Nacional Constituyente y redactó el preámbulo de la Constitución, para convertir a Venezuela en uno de los pocos países con un texto de esa naturaleza escrita por un poeta.


Graduado de Derecho en la Universidad Central de Venezuela en 1963 ejerció como defensor de sindicatos y presos políticos, otra forma de “presentación de la conciencia sensible capaz de sobreponerse y enfrentar las acritudes y la deshumanización”, como considera a la poesía.

Desde 1968 ejerció la docencia y fundó y dirigió varias revistas literarias, actividades que llevó paralelamente a la publicación de unos 30 poemarios entre ellos Preparativos del viaje (1964); Libro de los Somaris(1974) y Costado indio (2001).

Entre los reconocimientos recibidos cuenta el Premio Fundarte de Poesía (1993), el Premio de la XII Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1997) y el Premio Nacional de Literatura (2001).


Su obra abarca, quizás lógicamente a partir de la forma en que ha llevado la poesía y una vocación de servicio práctico, desde temas como Somari, donde brinda “la última moneda del sol” a su amada o inquietudes políticas como en El fin de la Historia.

Y a propósito de un par de sus obras, Pereira ha confesado que ha tenido la tentación de colocar un pie de página para alertar la lector que no busque en los diccionario la palabra “somari”, pues se trata de un neologismo de su invención para “poema breve”.

“Sólo que poema breve caracterizado, amén de la concentración verbal, por su anhelo de precisión, su libertad formal, su poliantea, y en no pocos casos por cierta (leve) insensatez”, ha explicado el poeta.


Su obra y su vida niega la soledad como requisito del poeta que muchas veces se le atribuye,

“La poesía fue creada para compartirla, para servir a otros, para pactar con los demás seres sensibles. De allí que el poeta deviniera en servidor público, aunque sea el más retraído o reservado de los seres, a menos que solo escriba soliloquios”.

Para este venezolano, doctorado en Estudios Literarios en la Universidad de Paris, de otro modo no se explica ni tiene sentido la existencia del poeta y la poesía que considera el único arte que no ha podido ser convertido en mercancía.


En su discurso de aceptación del Premio Nacional de Poesía Pereira leyó dos poemas, El fin de la Historia y Sobre salvajes, este último referencia de su autotitulada militancia en el “partido de los soñadores” y de la mística perceptiva de los verdaderos poetas:

“Los pemones de la Gran Sabana llaman al rocío Chiriké-yeetakuú, que significa Saliva de las Estrellas; a las lágrimas Enú-parupué, que quiere decir Guarapo de los Ojos, y al corazón Yewán-enapué Semilla del Vientre.

Los waraos del delta del Orinoco dicen Mejokoji (El Sol del Pecho) para nombrar al alma. Para decir amigo dicen Ma-jokaraisa: Mi Otro Corazón. Y para decir olvidar dicen Emonikitane, que quiere decir Perdonar.

“Los muy tontos no saben lo que dicen

Para decir tierra dicen madre

Para decir madre dicen ternura

Para decir ternura dicen entrega

Tienen tal confusión de sentimientos

que con toda razón

las buenas gentes que somos

les llamamos salvajes.


En ese mismo discurso el poeta afirma que a partir del momento histórico-biológico en que la sensibilidad y la razón nos elevaron de lo animal a lo humano, la cultura se convirtió en la huella de identidad del homo sapiens.

Ese proceso –asegura Pereira- no ha cesado: forma parte de la interminable búsqueda del perfeccionamiento y la felicidad.

Gustavo Pereira construye una obra poética firme y vital dentro del contexto poético venezolano.


Un poco de los Somaris de Pereira:



Actualmente, la poesía no es simplemente lírica, es decir, género subjetivo por excelencia, como se le ha visto tradicionalmente. El texto es lo que ocupa el primer plano de la atención, es la trama verbal, la aventura del lenguaje y la iniciativa de las palabras. En este tipo de poesía, el poeta hace lo posible por liberar su experiencia y por hacerla autóctona. Existe un distanciamiento del autor y una intensificación del texto porque las artes renovadoras contemporáneas tienden a ello. El poeta no renuncia "en su intento de concebir una especie de nueva superficie" (Blanchot, l979), sino que la utiliza como recurso de inspiración.


 
En la obra de Pereira, este fenómeno ocurre de una manera particular, parece que la chispa iniciadora del cortocircuito "hubiera dispersado las frases, separado las palabras e, incluso, quemado algunas letras que aparecen en mayúscula y negrita, sin respetar códigos gramaticales; este fenómeno ocurre de una manera particular, parece que la chispa iniciadora del cortocircuito "hubiera dispersado las frases, separado las palabras e, incluso, quemado algunas letras que aparecen en mayúscula y negrita, sin respetar códigos gramaticales. Aunque el autor haya querido apropiarse de las palabras en corchetes, ellas fluyen sin detenerse a los largo de la página.


    En el poema Las noches por el aire  aparecen estos rasgos significativos:



    ESTOY contigo allí donde se precipitan las noches



                                                                              [por el aire



    Sobre mí



                                     gira como un diablo mi nostálgico perro. Me asalta



    la demencia







Los poemas constituyen una arquitectura que se construye desde sí misma. Se intenta la creación de un espacio verbal, un campo de relaciones y fuerzas, por un lado las palabras se aíslan o se concentran en "constelaciones" que parecen dispersas pero que se van imantando, se atraen o se rechazan unas de otras. En este espacio cuentan, además, la supresión de los signos de puntuación, el corte de los versos, y los espacios en blanco. Es una manera nueva de articular el lenguaje, porque existe lo fragmentario y lo total, la simultaneidad, la superficie plana y la profundidad.

Por esta razón, leer a Pereira no es releer ni corregir, es ver y percibir. El espacio verbal es un espacio visual; su ritmo se "siente", se percibe por los ojos. Las pausas y las entonaciones están dadas por los cortes sorpresivos de los versos, por la disposición y por el juego de carácter tipográfico. La música del poema es dibujada y se destaca sobre el silencio. El blanco de la página participa de la estructuración del texto y se funden palabra y silencio.

   Somari

  Aunque los huesos duelan se debe andar.



    Aunque el alma se parta



               debemos recoger los pedazos



                                                   Que sean trozos sanguinolentos


                            los que hablen por nosotros 


Espacialmente este Somari está roto, por ese motivo nos duelen sus fragmentos. Sobre todo es significativa la "fractura" de la línea poética: "Aunque el alma se parta", porque nos ofrece el otro pedazo en la línea siguiente: "debemos recoger los pedazos". Observemos que el espacio no es, sino que se "escande", se intima y se disipa, según la movilidad del escrito.

El interés por el aspecto visual del espacio en la nueva poesía, aseguró el principio de la libertad en la disposición de los elementos que la constituyen. Por eso, no existen límites en el criterio creador para elegir la disposición en la hoja. Todavía se puede ir más lejos, a veces el pensamiento se hace forma o es la forma misma. La experiencia del lector también es formal. Signos dispersos y diseminados en la página, interrupciones bruscas del verso, palabras que se aíslan y luego se ven sorpresivamente relacionadas a otras, juegos de variantes y repeticiones.



El lector tiene que detenerse y percibir la trama verbal, visualizarla e imaginarla como un espacio o un cuerpo emblemático dentro de los silencios que pasan por ella. Estos poemas, a veces, rescatan la plenitud de la palabra y hacen que lo significado surja como aprehensión profunda del significante. Los elementos de esta poesía parecen emblemáticos por su representación simbólica. Se pretende crear un mundo desde la visión del poeta y no reproducir el mundo que existe sino el que debería existir.

En los Somaris de Pereira, resulta llamativo el uso de la tipografía ideográfica, además de la caligramática. Es notorio observar: la fragmentación del verso, de las frases e, incluso, de las palabras que se esparcen por el blanco de la hoja. Es que los hilos del discurso se interrumpen, se entrecruzan y, finalmente, reaparecen; porque se trata de poemas que rompen con la linealidad y centralidad de su discurso.
 
    Somari

 Cuando la mañana penetra en tu casa





                              abres la puerta y pasa todo el mundo.




Somari


 Toda la vida



                                me la he pasado



    divirtiéndome



                           en el asunto



    de soltar amarras..."



Somari de los Barrotes



Si los barrotes pudieran atrapar también los deseos de



                                                                                  [libertad



    No servirían de nada.



Somari : Las noches por el aire .



    ESTOY contigo allí donde se precipitan las noches



                                  [por el aire



    Sobre mí



            gira como un diablo mi nostálgico perro Me asalta



    la demencia



    El puerto se rompe vaciándose



                               por calles solas frías



    Nadie comprende más que yo este asunto



                  ¡Soy un amante equívoco devorado privadamente por



                                                                               [mis sienes!

Este somari nos muestra una tipografía abrupta que ofrece a nuestra vista los "barrancos" y los "desniveles" de la corteza poética. Las palabras también son claves para darnos la sensación de vacío, (uso de la Tectónica);las palabras y los espacios en blanco atacan al poema y excavan profundos barrancos, que ponen al descubierto el fondo del texto; de esta forma, muestran otra realidad.

Busco en la tormenta más tormenta  (Poema)

BUSCO en la tormenta más tormenta



               Creo en ti como en una botella solitaria



    en alta mar



               con su mensaje en pleno corazón.
 
 


El acercamiento a esta poesía tiene un espíritu seductor que envuelve el estudio de este discurso tan especial. Los momentos compartidos con los Somaris de Pereira han tenido sus espacios y sus silencios. Ellos han sido interpretados de acuerdo a un sin fin de horizontes y expectativas. Ojalá también llenen de ilusiones a quien los lea, actualice y saque de la virtualidad en que se encuentran. 


Somari



Aunque los huesos duelan se debe andar

aunque el alma se parta

debemos recoger los pedazos

que sean estos trozos sanguinolentos

los que hablen por nosotros



Somari



Mientras haya amos

no habrá poesía



Somari



El talento

como la raíz

hay que mantenerlo oculto



Somari de la mano del Pobre



La mano del pobre

es más explícita que todos los discursos.



Somari del salvaje



El sol no sale sólo para mí

Ni los pájaros cantan sólo para mí

Ni los árboles y el mar existen sólo para mí

Pero en el rayo de sol que me toca

desato esta cuerda

y dejo a la vida florecer



Somari del extraño



Si alguien pregunta

porque me oculto

Di

"no es nada

padece de sombra"



Somari del extraviado



Deseaba sabiduría sin huir de los hombres

pero a cada paso se vencía

Deseaba el fulgor del amor

pero halló callejones endiablados

y una que otra viscera marchita



En cambio ahora cuando nada desea

O por mejor decir

Ahora que desea ser ese eterno idiota

todo se facilita.



HAY UN TIEMPO



Hay un tiempo de echarse a pensar y un tiempo de arder

y días de caer rendidos bajo techo

Un tiempo de amar

hasta el fondo

y días de herrumbre inmersos en nuestras cosas

Hay un tiempo de tender la mano y un tiempo de golpear

y un recuerdo que naufraga en nosotros y un rostro que acaso hemos visto o no.



CARTEL DE LA ALEGRÍA



La muerte debe ser vencida

La miseria echada

Que haya pájaros en cada pecho.







    Somari de los soñadores.

    



    Si no fuera por los soñadores



    el mundo



    sería una basura



    y caverna lóbrega nuestro lecho



    



    Si no fuera por los soñadores



    ¿qué sentido



    tendría



    todo esto?



    



    Los búhos serían amos del día



    y los garrotes terminarían por escribir las únicas palabras.    

     


    Somari



    La poesía debe ser vista como un cuerpo



    al que todos desean besar



    (aunque quema)



    y poseer



    (aunque se deshace en las manos).







La incertidumbre de hacer un poema (extracto)



La incertidumbre de hacer un poema parte del mismo poema


          que finalmente ignora su papel como poema


y desea con fervor parecerse a una piedra


                    a la arena
                     o al agua

O mejor Ser la piedra

          la arena

          y el agua

          que todo poeta desdice.