Quisiera arrancarle la
epidermis a la ciudad
esa hosca, agrietada y
espinada
lavar del asfalto el
inocente carmesí
arrancar de sus ojos los
lentes oscuros
para que el sol se pasee por
sus callejones y pórticos
Desterrar la sordidez de sus
rincones
la inmundicia de su boca
y el pubis que se pasea
impúdico
bajo la luz gastada de las
farolas
en lo alto de la noche.
Quisiera silenciar las
ambulancias
que veloces trasgreden los
semáforos
en el intento de impedir que
se escape
el último hálito
mutilar las manos de los
anónimos sembradores de mendigos
de los profanadores de
templos
que subastan cuerpos al
mejor postor
y convierten en muecas
sucias
las sonrisas infantiles.
Quisiera expropiar a los
ladrones de sueños
a los políticos y a los
poderosos del planeta
que hacen festin
con la moneda corriente
A los vendedores de ilusiones fugaces
que prometen paz y negocian con el hambre
que prometen paz y negocian con el hambre
Borrar las visiones que
destierran el futuro
de los ojos de los jóvenes
alucinados con crack
las
fronteras y la explotación de la
ignoracia en sus riberas
“ganancia” para los botas brutas de uniformes verdes
Darle cuerda en reverso al
reloj
y ver al despertar sus
manecillas volar en elipses
espirales
Sin consumo de las horas ni
los minutos
aunque la luna ritme de menguante a llena
y el sol siga saliendo para
todos.
Foto: Dibujo de una niña siria
Foto: Dibujo de una niña siria
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Emilia Lee