Hace
un año que te fuiste y yo recién vuelvo a casa,Papá
Un año
ya que no andas por estas calles, un instante o una eternidad tal vez;
según los lentes con que se vea, un año de un tiempo lineal, circular, elíptico o tal vez inexistente;
una paradoja, pues el tiempo aunque impalpable, deja sus
huellas al pasar. Tal vez nunca sepamos realmente de que se trata, pero todos
coincidimos en llamarlo tiempo, al menos eso es lo que nos han contado.
Sea
una cosa u otra, un misterio no develado; tal vez porque así debe y tiene que ser
Este
año que transcurrió estuve de viaje al tiempo pasado, a mi pasado más remoto, que
es decir, mi infancia. Este año no estuve aquí; me fui a buscarte a mi
pasado, ese lugar de donde vengo de ti, dónde estarás siempre; este año que pasó estuve
ausente del tiempo presente, me fui con una maleta vacía al pasado, pretendiendo traer
muchas cosas, pero finalmente estoy de vuelta sin maleta siquiera; entendí que
debí también dejarla en ese lugar.
Emociones
intensas me ataron de manos y pies, velaron mis ojos, desconectaron mis sentidos y mente;
mis oidos auscultaron el silencio, en cuyo fondo el vacío talló mis tímpanos
hasta ensordecer mi alma.
El
corazón perdió el mando y se extravió hasta henchirse de lágrimas y ahogarse, para luego; tocado
el fondo, amanecer el dia de hoy en esta orilla de playa.
Tu
partida la vivencié detrás de una vitrina, dentro de una caja de cristal;
mirando escondida detrás de la puerta como te alejabas; la única manera que
hallé para que todo pareciera ajeno a mí, para asirme a la idea de que todo
aquello no era conmigo, creyendo asi no me doliera... Error
Nos
domestican con una idea tan absurda de la muerte; nos han condicionado a ser
una cultura de muerte, que la muerte es el final y no un tránsito más de la vida. Nos condicionan al apego, los quereres y poderes; pero nunca al amor. Que la meta es el éxito y los errores, frustración y tabú; algo de lo que no se habla. Nos educan para la competencia, no para compartir; los sentires no se manifiestan abiertamente menos el entristecerse y deprimir. Nos hacen unos egoicos enredados en nuestros cordones umbilicales.
Ha
sido alquimia, este año Papá, un viaje al fondo del mortero para pisarme los dedos y escaldarme los cueros y sacar oro de mi propia escoria.
¡El dolor es tan hermoso!
¡El dolor es tan hermoso!
Es
increíble estar de vuelta sin maletas ni souvenirs.
Me balancée en el columpio del patio una vez mas, pasée por cada rincón, escuché nuevamente palabras y frases,
miré sonrisas, sentí besos y abrazos, leí cuentos, escuchamos música juntos,
acaté tus regaños, me ayudaste con algunas tareas y luego dejé cada cosa en su lugar, todo limpio, sin polvo, sin apagar la luz. Finalmente cerré la puerta pero sin pasarle llave (no hay por qué) y partí de regreso, agradeciendo cada instante recordado.
Tu
recuerdo debe ser esto Papá: la impronta determinante de mi
presente sin nostalgia, sin apego, sin dolor. Tu amor ahora me rodea toda y abraza sin
brazos, en omnipresencia me mira sin ojos, me ama sin tiempo ni espacio. ¡Qué fortuna sentirlo!
Estoy
de vuelta al presente sin las maletas que tampoco necesitaré en el futuro...
Gracias por el amor en este tiempo de mi ausencia de mi, Raquel y gracias por la mayéutica, Emiliano.
Te
amo Papá
Emilia
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Emilia Lee