Volará
al norte
la
borboleta azul en penitencia,
volará
su corazón peregrino
los
recuerdos frescos del olvido,
que
dejaron sus labios sin querencia.
Sin
mortaja, desnuda
lleva
a su espalda su zurrón de luces,
añorando
la piel curtida de besos,
luego
de haber ardido su espíritu
en
las llamas bautismales de las brasas.
Contará
al mar sus penas,
de
un amor infante, recién nacido,
de
alas cortas que como su mejor tesoro guarda,
en
una concha de caracol marino.
Y
en el laberinto, en el espiral
espera
como
en sístole la semilla espera,
soñando
la diástole que al amanecer
haga
sus ramas al viento
y
de su alma una estera;
donde
reposen nuevamente los amantes.
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Emilia Lee