En
el límite, en la delgada línea donde es imposible definir texturas, en el lugar
de la realidad aparente, nos encontramos.
Se
asoma al borde de mi espacio y tiempo y ya con certeza creo que de mi
dimensión.
De
hábitos nocturnos, a veces lo sorprende la alborada al bajar las escaleras tras
de mí, cuando a punto de amanecer voy a la cocina por mi primer tazón de café.
Es
El, es decir, lo siento masculino; especie de energía juguetona que se escurre por las paredes
atravesándolas, acuclillándose en los rincones como un resorte, cuando lo
sorprendo a punto de decirme algo; otras veces debo detener mi marcha a secas
para no atropellarlo, pues también le da por caminar delante de mí.
¿Quién
es? poco importa. Al principio me asustaba cuando a la media noche mis ojos se
abrían automáticamente en respuesta a la llamada de no sé quién, encontrándome
con sus ojos aun sin ser físicos, al borde de mi cama, al escuchar su presencia
en mi habitación, o al percibir cómo se esconde tras las puertas o las esquinas
al girar bruscamente la cabeza buscándolo.
Tiene
el don de la ubicuidad; me observa desde
el silencio, mientras espero a que me sorprenda, desde el techo o debajo de la cama; cosas que puede hacer a la
vez, con los ojos regados por toda la habitación. Lo siento afuera, adentro, en
las paredes, en los oídos, las retinas,
aun sin verle, en el fondo de mi garganta, al final de mi respiración y hasta
en el borde de mis palabras.
Hay
noches en que no viene. No cruza la zona del crepúsculo aun sabiendo que lo
espero de este lado, entonces lo extraño; cuando no aparece en la quietud de la
madrugada, en el preciso momento en que la brisa nocturna se detiene y las
hojas del roble y de la acacia en el jardín, susurran muy bajo y despacito y no
alcanzo a escuchar lo que se dicen. En la hora del máximo yin, justo antes del
amanecer, cuando todo se resume a una delgada y muy fina línea atemporal, donde
se reorganizan los paralelos y meridianos del planeta y la galaxia rigurosa y
disciplinadamente nos ubica, en un lugar más acá del más allá y se disuelve
lentamente la magia en el primer rocío de la mañana…
Justo
ahí nos encontramos; in the twilight zone
Donde las brujas y los magos, Chamanes y hechiceras, hadas y duendes...Donde la sabiduría, el amor, y la luz...
ResponderEliminar¿Donde si no?
Me encanta- de encantamiento mi querida Emilia-